Entrevista "Imborrable"
Si podemos afirmar algo de Imborrable, y podríamos decir muchas cosas, es que aman el papel. La firma de papelería, especializada en cuadernos de diseño bien diseñados, lleva un tiempo demostrando que su filia por la pasta de celulosa es puro romanticismo. Y como nosotros también amamos el papel, podemos confesar con gustazo que hemos diseñado uno de los cuadernos Arty para la nueva colección de Imborrable. Y aunque estamos fritos por enseñaroslo, aun no nos dejan. Lo que si podemos adelantar es el interrogatorio que nos hizo Rocío Macho para el blog Analógico de Imborrable. Nos pusimos muy serios, y guapos, para la ocasión. Luego nos enteramos que no había sesión de fotos y continuamos solo serios. Y formales. Asi fue...
Ink Bad Company: “No hacemos arte. Lo nuestro es un curro en el sentido más llano de la palabra”
Tus ilustraciones respiran aires de los cómics de los 50-60. ¿Qué tiene el mundo del tebeo clásico que atrae tanto a los ilustradores contemporáneos?
Supongo que debe de tratarse de algo generacional. Evidentemente, no vivimos ese tiempo. Pero sí que pertenecemos a esas generaciones que aún crecimos en el mundo pre-internet. La mayoría tuvimos algún tipo de relación amorosa, más o menos duradera, con los tebeos. Y si sobrevivimos al sistema educativo y hoy nos dedicamos a dibujar, es más que probable que ese primer amor nos diera fuerte. Eso, o tal vez solo se trate de una moda. ¿Quién sabe?
¿Cuáles dirías que son tus influencias? ¿Y tus artistas fetiche?
La serie B, las pelis de terror y ciencia ficción de baja estofa, el “rocanrol”, los anuncios viejunos. Floyd Gottfredson, Jack Kirby, Wally Wood, Robert Crumb o Charles Burns. Las revistas de Toutain; Bernie Wrightson, Stephen King… Podría seguir, pero creo que es mejor parar a tiempo.
¿Qué importancia tiene para Ink Bad Company el uso del color? ¿Cuáles son los colores que prefieres y porqué?
El color tiene mucha importancia. Precisamente por eso es un auténtico quebradero de cabeza [risas]. Realmente, es la parte de mi proceso en la que siento que no tengo todo el control. No uso demasiado negro, por lo que el color es fundamental para terminar de construir la imagen, y que ésta sea lo más gráfica posible. Uso los mismos colores básicos –rojos, amarillos, azules y verdes-. El problema es que los uso todos, y suelo tener que rehacer el color “restringiéndome” a mí mismo. Lo dicho, una odisea.
Como estudio de diseño especializado en productos de papel, nos interesa conocer especialmente ¿qué parte de tu trabajo como ilustrador realizas en papel y cuál en digital? ¿cómo es el desarrollo del proceso creativo en el caso de Ink Bad Company?
Empiezo siempre en el papel. Ahí apunto ideas, aboceto, dibujo y entinto. Después escaneo y trabajo el color en digital. Tengo Cintiq. Es una pasada y sé que es buena para mí, pero aún no me acostumbro. Sigo disfrutando manchándome las manos.
Ink Bad Company: “Un día te das cuenta de que toda tu infancia la has pasado dibujando, pero no te va lo de pintar cuadros. Entonces, recapitulas y sabes que la ilustración es lo tuyo”
Cómics, portadas de discos, packaging, toy art, lettering… ¿con qué tipo de trabajos disfrutas más?
Intento disfrutar con todos, y que sea siempre diferente. No somos artistas. Trabajas para un cliente y a veces tienes directores de arte y creativos que te van a marcar unas pautas. En ese sentido, no hay nada como aquellos proyectos en los que tú diriges el cotarro y tienes libertad absoluta de hacer y deshacer.
En cuanto al formato, me quedo con el cartel. Ese rectángulo de papel es el hábitat genuino del diseño y la ilustración.
¿Has soñado alguna vez con trabajar para alguna editora de cómics como Marvel o DC o prefieres el cómic más indie?
Realmente no. No he dibujado cómics más allá de alguna tímida y minúscula intentona. Nada serio. Dedicarte al cómic es jugar en otra liga. Narrar una buena historia con viñetas, y hacerlo bien, es realmente jodido. Y no hablemos de lo duro que es sobrevivir de las ventas en este país. Muy complicado.
Admiro a quienes están abriéndose camino a bocados en el tebeo patrio (y fuera). Se están viendo cosas muy buenas y excitantes. Pero definitivamente, a mí me va bien como lector de incógnito [risas].
“Está bien quejarse de las condiciones de los ilustradores en España, pero también hay que ver el lado bueno de las cosas”
¿Cuándo decidiste que te dedicarías a ser ilustrador? ¿era tu profesión soñada de niño?
Imposible. De pequeño no sabías lo que era un ilustrador. Conocías lo que te ofrecía la TV y tenías cerca -futbolista, detective con gadgets, veterinario, maestro que no manda deberes a casa…- Es mucho más tarde cuando te das cuenta de que toda tu infancia la has pasado dibujando; que te estas formando para ser artista, pero que no te va lo de pintar cuadros. Entonces, recapitulas y sabes que la ilustración es lo tuyo.
¿Recuerdas cuál fue tu primer encargo “en serio” como profesional?
Comencé haciendo carteles para conciertos. Cobraba por ello, pero no había mucha pasta. Y realmente era yo el único que se lo tomaba en serio. Diría que fue el primer trabajo que realicé fuera de España. Hace cuatro o cinco años, para el disco de una banda de punk alemana. Es cuando tus imágenes salen del ámbito doméstico y conectan con gente a la que no conoces de nada, que quieren que trabajes para ellos. Ahí es cuando se produce el click. Después de eso todo fue más rápido. Sencillamente, fue a más.
¿Crees que en nuestro país se valora los suficiente el trabajo de los diseñadores e ilustradores?
Es evidente que estamos aún lejos de eso. De lo contrario, no nos haríamos esa pregunta [risas]. Aunque no sirva de consuelo, no creo que sea un problema exclusivo de nuestro gremio. En este país no se ha avanzado en muchos terrenos en los que seguimos atascados, y en otros tantos parece que caminamos hacia atrás. Pero está claro que falta cultura gráfica en España.
Eso puede verse en los precios, en los plazos de entrega, la comunicación con el cliente, o en la cuota de autónomos. Puedes compararlo con las condiciones que te encuentras fuera, y aquí solemos salir perdiendo. Creo que está bien quejarse, pero también es necesario ver el lado bueno de las cosas, que lo tiene. Y el caso es que existe demanda. Es muy fácil encontrar el trabajo de diseñadores e ilustradores en publicidad, en prensa, en librerías, en galerías, y en la propia calle. Además, aquí contamos con mucho nivel.
“El primer encargo ‘profesional’ llega cuando tus imágenes salen del ámbito doméstico y conectan con gente a la que no conoces de nada, que quieren que trabajes para ellos”
¿Es una utopía tratar de vivir de tu arte hoy en día?
Para nada; al menos yo hablo de diseño e ilustración. No considero que hagamos arte. Lo nuestro es un curro en el sentido más llano de la palabra. Y si trabajas duro y eres constante, como en todo, tendrás tu recompensa. Muchos lo hacemos, así que no es imposible.
Cuéntanos el trabajo del que más orgulloso te sientes a día de hoy
Me pasa una cosa, y es que intento no valorar los proyectos nada más acabarlos, porque suelo ser bastante cenizo en este sentido. Necesito dejar reposar el trabajo unos días. Pero después de eso sale a la luz, te pones sentimental, te reconcilias con él y le coges cariño. Quiero por igual a todos mis trabajos. Soy un romántico [risas].
¿Qué te parece la colección de Cuadernos Arty de Imborrable?
Son una pasada. Muchos compañeros a los que admiro ya han pasado por las tapas de Imborrable. El olor a papel, y esa malla de puntitos me pone tela [risas] ¡Estoy deseando ver los nuevos cuadernos!
¿Qué proyecto tienes en marcha ahora mismo?
Tengo varias cosas entre manos; de algunas no puedo decir mucho y lo demás son proyectos personales que tal vez salgan adelante, o tal vez no. Así que prefiero no contar nada y hacerme el interesante [risas y guiño “pretendidamente seductor”].
Atraco verbal a Ink Bad Company
Un personaje de cómic: Batman.
Un ilustrador: Barro para casa: Mik Baro.
Un objeto cotidiano: El Wolframio.
Un lugar para vivir: El sofá de casa; bien aprovisionado de pelis, libros y buena birra.
Tu profesión frustrada: Cineasta. O tenista profesional.
Un proyecto pendiente: El próximo curro. Hay que mantener la ilusión.
Tu cuaderno Arty favorito: Es difícil quedarse solo con uno… Me chifla el de mis amigos de La Trastería; el de Pablo Lacruz, y los de Díaz-Faes. Vivimos en un neoliberalismo de la hostia, ¡no pienso acotarme más!
Publicado originalmente el 14/06/2017 por Rocío Macho en Imborrable.